Sin dar importancia a qué crema utilizaremos, es necesario aplicarla bien, de los contrario sus beneficios no serán los óptimos.
La mayoría de nosotras, normalmente, como parte de nuestra rutina nos aplicamos alguna crema como componente de nuestro ritual de belleza diaria, el tema es que no basta sólo con aplicársela sobre el rostro, hay que seguir ciertos pasos para que éstas logren su máximo resultado sobre nuestra piel.
A la limpieza previa del rostro, ya sea con una leche limpiadora o toaquillas/producto desmaquillante, hay que sumarle la aplicación de un tónico facial libre en alcohol que ayudará a eliminar impurezas.
También es recomendable realizar una exfoliación suave una vez por semana.
Después de limpiar la cara, debemos poner una pequeña cantidad de crema, ya sea antiarrugas, nutritiva o hidratante, sobre la frente, mentón y pómulos, suficiente para que podamos aplicar en todo el rostro, salvo en los párpados, en los que se recomienda usar una crema específica por tratarse de una zona muy sensible.
Hay que tener cuidado de no utilizar una cantidad excesiva ya que para que haga efecto, la piel debe ser capza de absorberla, además los resultados no se aceleran si se aplica más veces o mayor cantidad de la psología recomendada (podría causar irritación).
Uno de los mayores secretos es cómo aplicar el producto sobre la piel, para ello es importante respetar la forma del rostro y conocer los movimientos que ayudarán a estimular mejor cada zona.
Por ejemplo, en los contornos de labios y ojos los movimientos deben ser circulares y descendentes, en la frente laterales, ascendentes en los pómulos y descendente en la nariz y el mentón, tal como lo muestra el esquema de la imagen superior.
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